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La vergüenza

Cristian Fulaș

ISBN: 978-84-15509-91-2

Encuadernación: Cosido

Formato: Rústica con solapas

Fecha de publicación: 02/11/2023

Número de páginas: 256

Traducido por: Borja Mozo Martín

Ilustración de cubierta: Clara Cerviño

PVP: 20,00€

La vergüenza se presenta como la crónica en primera persona de un descenso al abismo de la adicción, el relato de un treintañero alcohólico que ve cómo todo se desmorona a su alrededor mientras vive dividido entre la búsqueda de la redención y la perdición definitiva.

Un peculiar viaje existencial por una Bucarest oscura y fantasmal a través del dolor, la toma de conciencia del fracaso vital, la profunda soledad de una vida sin proyecto, los rigores de la desintoxicación y la dificultad de volver a encontrar un nuevo rumbo tras tocar fondo.

Esta novela fue el premiado debut de Cristian Fulaș, una obra inspirada en su propia experiencia personal que relata un peregrinaje a los infiernos. Un texto crudo y sin adornos que alterna diferentes ritmos y registros estilísticos para acompañar el estado de ánimo del protagonista.

«Lo entiendo todo, toda la teoría que ha llevado a crear este tipo de centros. Pero no me sale a mí jugar con las cartas de su baraja. En mi corazón no hay lugar para ello. En mi corazón caben muchas cosas, pero no los sentimientos de esta gente. Me habrá hecho así la calle. O la vida. La soledad tal vez. Pero el caso es que así soy y así seré. Un hombre desgarrado, pero básicamente íntegro». La vergüenza, Automática, 2023.

Sobre este libro han dicho:
  • El Confidencial (Paula Corroto)

    La caída a los infiernos de la adicción y la posterior redención es un clásico en la literatura. O el descenso al abismo, sin más. Incluso la propia vida infeliz del escritor alcohólico y drogadicto que se acaba matando de un disparo o desahuciado. Lo que ya es más raro es que un libro que aborda la adicción del autor y su curación se convierta a la vez en un bello ejercicio literario sobre el amor a uno mismo y a los otros, que gane todos los premios literarios y que lance a su creador al estrellato de las letras. Eso es lo que ocurrió con Cristian Fulas (Caracal, Rumanía, 1978) y La vergüenza (Automática Editorial) en 2016 y que ahora llega traducido por primera vez al español por Borja Mozo Martín. Y, desde luego, es uno de los libros más bonitos del año.

    “Cuando empecé a escribirlo era un libro bastante simple. Sin ningún tipo de estilo. Simplemente la historia. Pero no estaba bien, así que borré todo el documento y empecé otro de nuevo. Y tampoco me gustó. Así que empecé un tercero y lo publiqué. Y en 2016 no sé cómo ocurrió, pero gané todos los premios literarios rumanos. Nunca fue pensado como un libro literario, pero se convirtió en eso”, cuenta el propio Fulas por teléfono a El Confidencial.

    La vergüenza cuenta, más o menos, su historia. La de un treintañero que cada día se calza unas cuantas botellas de alcohol duro adornadas con drogas varias y que, gracias a su familia, acaba internado en una clínica de desintoxicación. En realidad, el libro es el proceso de desenganche. Es la terapia. Es el contacto con otros compañeros adictos. Es un retrato de lo que es una adicción (que pudiera ser al alcohol u a otra cosa), cómo funciona en tu cerebro y cómo intentar acabar con ella.

    “En 2007 empecé la terapia. Era un pequeño centro en Rumanía cerca de un pueblo pequeño. Y el comienzo de este libro fue un intento de ayudar a otras personas. Era un libro de autoayuda. No sé cómo se convirtió en otra cosa, pero ocurrió”, relata.

    (...)

    Ahora bien: es un libro luminoso. Es una historia que camina, poco a poco, a veces a trompicones, hacia la luz. Es un libro que reconforta porque aparecen muchas cosas positivas. Una de ellas es que el protagonista aprende a quererse. Y otra es que la gente te ayuda cuando estás mal.

     

    “Esa es una de las cosas reales que aparecen en el libro. Y, de hecho, todavía somos amigos después de 15 años. Todavía nos vemos y nos seguimos ayudando el uno al otro. Lo que ocurre es que, cuando entras en una clínica, todo tu pasado desaparece y lo único que te queda es la terapia y todo lo que la rodea. Ese es en el mundo en el que tienes que vivir. No se habla mucho, pero son los que están ahí si los necesitas”, comenta, aunque se muestra menos optimista con respecto a lo que ocurre en general en nuestro mundo y no solo en el reducido ámbito de la clínica: “Tristemente, vivimos en un mundo en el que la gente ha dejado de hablar los unos con los otros. Lo que hay ahora es silencio”.

     

    (...)

    Fue así como llegó a la escritura de este libro. “Lo escribí cinco o seis años después de dejar de beber, por lo que no me ayudó a dejarlo, pero sí me ayudó a comprender algunas cosas. Entendí que las mejores cosas y las peores cosas del mundo pueden ocurrir. Cuando entras en terapia porque decides acabar con la adicción, tienes que empezar a vivir tu propio mundo porque no vas a encontrarte con tus amigos nunca más. Ese es el primer paso. A la hora de escribir, lo que aprendí fue a crearme otro mundo alrededor porque lo que pierdes es todo lo que tenías hasta entonces. Lo que pierdes es todo tu pasado. Dejas de tener un pasado”.

     

    Su nuevo mundo fue la montaña y después la editorial y los libros. Publicó La vergüenza, se convirtió en un escritor de éxito en su país y su vida cambió. “Me convertí en un escritor profesional hasta hoy. Y traductor. Y eso es a lo que me dedico. Y todavía no sé cómo ocurrió. Quizá porque es muy fácil pasar de una adicción a otra como la escritura y la lectura. Ese es en realidad mi mundo perfecto porque a mí no me gusta hablar, no necesito tener amigos, yo puedo estar muy a gusto con mi portátil y mis libros. Eso es lo que me equilibra. Es el mundo de un adicto”.

     

    "Es muy fácil pasar de una adicción a otra como la escritura y la lectura. Ese es en realidad mi mundo perfecto"

     

    De hecho, su último gran proyecto es la traducción de los siete tomos de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, donde ha invertido los últimos cinco años de su vida. Espera terminar el próximo febrero. Es un trabajo que también le ha enseñado mucho sobre el lenguaje, aunque la musicalidad y melodía del fraseo Fulas ya la lleva de casa. La vergüenza es un libro lleno de matices rítmicos. A veces más cortante, a veces más sinuoso y otras más recargado. Hay prosa y poesía. Hay todo un juego musical.

     

    Como ocurre con Proust: “Es bonito, pero es extremadamente difícil. Incluso aunque el francés y el rumano se parezcan, pero el tema es que, cuando trabajas con Proust, tú tienes que entender que su francés no es realmente francés. Y tu rumano como traductor tampoco puede ser el rumano real. Debe ser el lenguaje que Proust inventó. Tiene que ver con una visión… Y espero que se entienda, porque si no habré perdido cinco años de mi vida”, resume.

     

    Mientras tanto, él seguirá lidiando con lo que ocurrió 15 años atrás. El escritor desmitifica cualquier imagen del creador alcohólico o drogadicto. “Nunca vas a estar bien. Cuando eres un alcohólico lo vas a ser siempre. Yo seré un adicto hasta que me muera. Yo me puedo tomar un descanso, que en mi caso dura ya 15 años, pero es solo un descanso, no es que haya acabado con toda la adicción. Es verdad que ahora mismo estoy mucho mejor, pero creo que toda una vida entera no es suficiente para acabar con una adicción. Esa es mi experiencia. No estoy nada seguro de que 15 años sean suficientes”, zanja.

  • The Objective (José de Montfort)

    El exalcohólico rumano que se volvió una celebridad en Francia

    Una mujer está gritando en la puerta de la cafetería, parece que no quiere pagar, o le exigen que pague. O está teniendo una trifulca con el camarero que parece venir de antiguo. No queda claro. De cualquier forma, el guirigay es notable. Christian Fulas no se inmuta. Estamos en la avenida de la Meridiana de Barcelona. El ambiente es ruidoso y frenético. La mujer huye, corriendo. Tras ella van los empleados de la cafetería. Mientras, nosotros aguardamos por nuestros cafés.

    Me disculpo, tratando de hacer ver que esto es algo inaudito. Christian Fulas sonríe, con displicencia, como diciendo «hijo mío, si yo te contara». Y es que Fulas pasó largos años como adicto, enganchado no solo al alcohol sino a las drogas, en su natal Bucarest, una ciudad sobre la que el narrador (y alter ego) de su primera novela, La vergüenza (Automática Editorial, 2023), traducida espléndidamente por Borja Mozo, dice que «es una ciudad borracha, una cervecería pública, amplia y luminosa». El propio Fulas se pasó en ella desde su adolescencia y hasta finales de la veintena, viviendo la vida bohemia de la urbe. Y es precisamente eso lo que cuenta en su obra debut, traducida por vez primera al castellano: cómo un borracho profesional ya en las últimas consigue dejar atrás (no sin dificultad) su adicción.

    La vergüenza del título del libro, nos cuenta Fulas, se refiere «a que cuando uno es adicto, tu vergüenza es la vergüenza de los otros y, al final, cuando la adicción va realmente mal, tú tienes la vergüenza de ti mismo y bebes o tomas drogas por esa misma vergüenza, porque te sientes al margen de la sociedad; notas que no se te acepta». Por eso el libro se llama así, porque la vergüenza está en el centro de toda adicción, y es un libro que va sobre la destrucción, sobre cómo el vicio convierte todo en un círculo del que parece imposible salir y uno acaba perdiendo el control.

     

    (...)

    El escritor rumano nos cuenta que él tuvo mucha suerte, ya que no tenía pareja, hijos, familia cuando era adicto; no había lazos que le ataran a nada. «Fue cuestión de borrarlo todo y ya», afirma.  Y añade: «Nunca volví a tener contacto con mis colegas de la época de cuando era alcohólico». El olvido que le permitió seguir adelante y que, al mismo tiempo, le permitió adentrarse en el mundo literario con una historia cruda, emocionante y salvífica. Además, sobre la escritura de La vergüenza confiesa Christian Fulas que «cuando comencé a escribir el libro llevaba sobrio tres o cuatro años. Así que había olvidado mucho de todo. No fue algo que sirviera para curarme, o para hacer terapia, sino que sencillamente escribí un libro. No tenía realmente recuerdos, ni cosas de las que arrepentirme». Sin embargo, y a pesar de tener una parte de ficción, el libro se lee como una intensa y poderosa autobiografía, de las que insuflan ánimo a los lectores para que dejen de lado el mal camino. 

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